sábado, 1 de junio de 2013

REFLEXIÓN BLOQUE II. TEXTOS FOLCLÓRICOS. SELECCIÓN Y ADAPTACIÓN.

Cuando hablamos de “folclore” estamos haciendo referencia a algo que es tradicional, es decir, que viene haciéndose desde años atrás, y a algo que es popular, algo muy conocido por todos y que es del pueblo, no tiene dueño ni autor.

Antes de empezar a desarrollar el tema, hay que dejar clara una idea: Los cuentos folclóricos NO SON INFANTILES, lo que ha ocurrido es que con el paso del tiempo se han ido recopilando y adaptando para los niños, como veremos más adelante.

Vamos a empezar por plasmar las características de los textos literarios folclóricos:

1. No tienen autor: son historias que no se sabe ni cuándo ni dónde surgieron exactamente y que han ido pasando de boca en boca a lo largo del tiempo.

2. Tienen múltiples versiones: cada persona que lo ha ido contando lo ha hecho de forma diferente, ha modificado, añadido u omitido datos a su antojo, lo que ha dado lugar a historias diferentes.

3. Su origen es desconocido y no hay versiones originales: por este motivo cuando nos refiramos a ellos tenemos que concretar de qué versión estamos hablando.

4. Es literatura popular: literatura propia del pueblo, el hecho de que no supieran leer y escribir supuso que su transmisión fuese oral.

5. Su transmisión se produjo de forma oral, horizontal (de unos pueblo a otros) y vertical (de generación en generación).

6. No son infantiles, son familiares: antiguamente en las casas no había habitaciones, ni muchas cosas con las que entretenerse, así que al final del día la familia se reunía en torno al hogar y se contaban cuentos o incluso historias reales que habían sucedido.

7. Reflejan las épocas por las que han pasado: reflejan la realidad de las épocas por las que han pasado, lo que quiere decir que no son machistas, simplemente nos muestran la realidad del pasado.

8. Reflejan los sueños y los deseos del pueblo: con elementos como la resurrección de los muertos, el hacerse ricos, plebeyas que se casan con príncipes…

9. Son un reflejo de la sabiduría popular: los padres tendían a proteger y alejar a sus hijos de los problemas en lugar de enseñarles a enfrentarse a ellos. (Por ejemplo en el cuento de la Bella Durmiente, el hecho de hacer quemar todas las ruecas del reino menos una que permanece bajo llave, en lugar de explicarle a la princesa qué son y qué ocurre si las toca).

10. En general no tienen moraleja explícita: contienen muchas enseñanzas para toda la familia.

Tres grandes géneros literarios:

TEATRO FOLCLÓRICO

Como ya hemos dicho, los textos folclóricos no se escribían, por lo que era necesario memorizarlo. Destacan dentro de este género las representaciones teatrales religiosas de los pueblos, en las cuales podemos encontrar muchos guiños paganos. Existen también representaciones folclóricas propiamente paganas, como la expulsión de los moros por parte de los cristianos o el carnaval.

En cuanto a las manifestaciones del teatro folclórico infantil, hoy en día se sigue manteniendo una con mucha fuerza: Los títeres de Cachiporra. Estos títeres se representaban en las plazas de los pueblos, y su historia siempre solía tener la misma estructura: había un personaje bueno que tenía algo que le gustaba mucho, por ejemplo una flor, y un personaje malo (un lobo, un ogro, una bruja…) que le quitaba el objeto y se escondía, el bueno se dedicaba a perseguirle y a buscarle intentando hacer cooperar al público. Finalmente, cuando el bueno conseguía recuperar su objeto pegaba al malo con una cachiporra.

POESÍA FOLCLÓRICA

La poesía folclórica, tanto para adultos como para niños, siempre ha estado ligada a la música y al movimiento. Se consideran manifestaciones de poesía folclórica a: las canciones de corro, los juegos de palmas, las canciones de saltar a la comba, las nanas, las retahílas… Muchas veces, si nos paramos a analizar las letras de estas manifestaciones (que tanto hemos cantado o recitado de pequeños) podemos ver que no son muy adecuadas para los niños, por ejemplo: “Soy capitán, de un barco inglés, y en cada puerto tengo una mujer…” o “Al Jardín de la Alegría quiere mi madre que vaya, a ver si me sale un novio, el más bonito de España, vamos los dos los dos los dos, vamos los dos en compañía, vamos los dos los dos los dos al Jardín de la Alegría” (La he puesto entera porque concretamente, esta, la he cantado miles de veces cuando era pequeña.)

PROSA FOLCLÓRICA

De los tres, es el género que más se ha estudiado, especialmente entre finales del siglo XIX y principios del XX. La forma más característica que adoptaba la prosa folclórica era el cuento, un relato breve (¡qué no tiene por qué ser infantil!). Su transmisión, de la misma forma que los géneros anteriores, era oral.

Un antropólogo llamado Vladimir Propp, dedicó toda su vida al estudio del folclore (de hecho, el término “folclore” se lo debemos a él) e hizo la siguiente clasificación de los cuentos folclóricos:

1. Mitos: se consideran aquellos que tienen como protagonistas a Dioses o seres mitológicos de la antigüedad. Se incluyen también las leyendas hagiográficas sobre santos y santas y los apólogos (son como las fábulas pero con personajes humanos).

2. Cuentos de animales: en este apartado existen dos subclasificaciones: Las fábulas, que representan vicios y virtudes de los seres humanos y tienen moraleja; y los cuentos de animales propiamente dichos, que son historias en las que todos los personajes son animales y representan a personas.

3. Cuentos de hadas: Propp considera cuento de hadas a todo aquel cuento en el que aparezca un personaje mágico, como hadas, brujas, ogros etc.; y a aquellos cuentos en los que los personajes humanos y animales se mezclan. (Ej. Caperucita Roja)

4. Cuentos de fórmula: son aquellos cuentos que, o bien parte de ellos o su totalidad, tienes que aprendértelo de memoria porque si no, no tienen gracia. Por ejemplo el cuento de los dedos. También están dentro de esta clasificación, los cuentos mínimos: “Esto era un gato con las orejas de gato y el culo al revés, ¿Quieres que te lo cuente otra vez?

Otras dos clasificaciones interesantes son la de Rodari y la de Sara C. Bryan. Esta última, es la primera persona que teorizó cómo contar un cuento, e hizo una clasificación por edades.

RECOPILADORES Y ADAPTADORES DE TEXTOS FOLCLÓRICOS

A continuación, voy a comentar brevemente los recopiladores y adaptadores de textos folclóricos más relevantes de la historia:

Perrault (siglo XVII- XVIII): se dedicó a recopilar los cuentos que la nodriza de sus hijos les contaba a estos, les añadió una moraleja y los adaptó para la corte del rey Luis XIV con la intención de moralizar. Por lo que Perrault transformó literatura en paraliteratura.

Los Hermanos Grimm (1ªmitad del siglo XIX), eran dos hermanos filósofos que recibieron una solicitud de una editorial preguntándoles si estarían interesados en recopilar los cuentos folclóricos alemanes con una intención conservacionista. Los Hermanos Grimm aceptaron, recopilaron los textos, los revisaron, los escribieron y los publicaron. La 1ª publicación se agotó en seguida, con lo que publicaron una 2ª edición con más textos añadidos, también se vendió entera pero empezaron a llegar quejas a la editorial diciendo que los cuentos que estaban publicando no eran adecuados para los niños. De este modo, la editorial les pidió que publicaran una 3ª edición pero que cambiaran los elementos que no fuesen adecuados para los niños, de esta manera los Hermanos Grimm en su 3ª publicación hicieron pequeñas adaptaciones. Es importante decir que los Hermanos Grimm NO son autores, son recopiladores y adaptadores.

¿Y en España? Pues en España también interesó recopilar lo propio para no perderlo. Y de ello se encargó una joven, Cecilia Böhl. Como no quería que sus publicaciones estuvieran destinadas exclusivamente a amas de casa, firmaba sus textos con un seudónimo masculino que nos suena a todos: Fernán Caballero.

Hans Christian Andersen (2ªmitad del siglo XIX): fue un personaje muy reconocido, querido y apreciado, que consiguió vivir de escribir. Un reflejo de este aprecio es la Sirenita de Copenhague, escultura hecha en su honor antes de que él muriera. Las versiones de cuentos de este recopilador son las más conocidas de toda Europa. Los cuentos de Andersen reflejan claramente su psicología, y hay que decir que era una persona muy triste y depresiva. Recopilaba textos y los cambiaba a su antojo, podemos distinguir dos tipos de cuentos:

Textos de autor: eran cuentos inventados por él, unos de los más tristes “La cerillera”, otro muy conocido, “El soldadito de plomo”.

Textos que cogió del folclore y los transformó a su antojo: “La reina de las nieves” o “la Sirenita”.

Ninguno de los tres ni creó ni publicó cuentos destinados a los niños, todos tienen que adaptarse.

En España también tenemos a nuestros Christian Andersen: Calleja y el Padre Coloma.

EL SIMBOLISMO

Para que podamos considerar una adaptación “buena”, lo que no debe haber sido modificado es el simbolismo. Toda literatura, al tener función poética, es de carácter simbólico. Propp fue el primero que dijo que el esqueleto de un cuento es un viaje iniciático, es decir, un cambio en la esencia de una persona.

La iniciación que se presenta en el 90% de los cuentos folclóricos tiene la siguiente estructura: un hogar familiar que, por una serie de circunstancias, el personaje protagonista debe abandonar, y va pasando por una serie de pruebas y madurando, hasta que consigue crear un núcleo familiar.

Si queremos hacer una buena adaptación de un cuento folclórico, tenemos que respetar el esquema del viaje iniciático, los roles de personaje ayudante y personaje oponente y el don (por lo general, los dones son objetos que le dan al protagonista y que le ayudan a superar las pruebas de su viaje iniciático) y por último, si el cuento real acaba bien, nuestra adaptación también tendrá que acabar bien.

Este bloque me ha parecido muy interesante, me ha encantado conocer las versiones tradicionales de historias que creí tenían su origen en Disney. He aprendido aspectos como la diferencia entre adaptación y versión: Una versión es cuando una historia cambia sin ninguna intención concreta y en una adaptación se producen cambios con una finalidad, y lo más práctico de todo, he aprendido a adaptar cuentos.

Como futura maestra, procuraré no limitarme a contar o leer cuentos ya escritos o adaptados, me gustaría transmitirles a mis alumnos los cuentos de tradición folclórica, adaptados por mi adecuándome a ellos, con el fin de que la esencia del folclore no se pierda.

1 comentario:

  1. Muy bien.

    Falta lo que hay que tener en cuenta al escoger un libro de textos folclóricos o un texto folclórico y que tengas en cuenta los demás géneros en la reflexión.

    ResponderEliminar