Cuando hablamos de “folclore”
estamos haciendo referencia a algo que es tradicional, es decir, que viene
haciéndose desde años atrás, y a algo que es popular, algo muy conocido por
todos y que es del pueblo, no tiene dueño ni autor.
Antes de empezar a desarrollar el
tema, hay que dejar clara una idea: Los cuentos folclóricos NO SON INFANTILES,
lo que ha ocurrido es que con el paso del tiempo se han ido recopilando y
adaptando para los niños, como veremos más adelante.
Vamos a empezar por plasmar las
características de los textos literarios folclóricos:
1. No tienen autor: son historias
que no se sabe ni cuándo ni dónde surgieron exactamente y que han ido pasando
de boca en boca a lo largo del tiempo.
2. Tienen múltiples versiones: cada
persona que lo ha ido contando lo ha hecho de forma diferente, ha modificado,
añadido u omitido datos a su antojo, lo que ha dado lugar a historias
diferentes.
3. Su origen es desconocido y no hay
versiones originales: por este motivo cuando nos refiramos a ellos tenemos que
concretar de qué versión estamos hablando.
4. Es literatura popular: literatura
propia del pueblo, el hecho de que no supieran leer y escribir supuso que su
transmisión fuese oral.
5. Su transmisión se produjo de
forma oral, horizontal (de unos pueblo a otros) y vertical (de generación en
generación).
6. No son infantiles, son
familiares: antiguamente en las casas no había habitaciones, ni muchas cosas
con las que entretenerse, así que al final del día la familia se reunía en
torno al hogar y se contaban cuentos o incluso historias reales que habían
sucedido.
7. Reflejan las épocas por las que
han pasado: reflejan la realidad de las épocas por las que han pasado, lo que
quiere decir que no son machistas, simplemente nos muestran la realidad del
pasado.
8. Reflejan los sueños y los deseos
del pueblo: con elementos como la resurrección de los muertos, el hacerse
ricos, plebeyas que se casan con príncipes…
9. Son un reflejo de la sabiduría
popular: los padres tendían a proteger y alejar a sus hijos de los problemas en
lugar de enseñarles a enfrentarse a ellos. (Por ejemplo en el cuento de la
Bella Durmiente, el hecho de hacer quemar todas las ruecas del reino menos una
que permanece bajo llave, en lugar de explicarle a la princesa qué son y qué
ocurre si las toca).
10. En general no tienen moraleja
explícita: contienen muchas enseñanzas para toda la familia.
Tres grandes géneros literarios:
TEATRO FOLCLÓRICO
Como ya hemos dicho, los textos folclóricos no se
escribían, por lo que era necesario memorizarlo. Destacan dentro de este género
las representaciones teatrales religiosas de los pueblos, en las cuales podemos
encontrar muchos guiños paganos. Existen también representaciones folclóricas
propiamente paganas, como la expulsión de los moros por parte de los cristianos
o el carnaval.
En cuanto a las manifestaciones del teatro folclórico
infantil, hoy en día se sigue manteniendo una con mucha fuerza: Los títeres de
Cachiporra. Estos títeres se representaban en las plazas de los pueblos, y su
historia siempre solía tener la misma estructura: había un personaje bueno que
tenía algo que le gustaba mucho, por ejemplo una flor, y un personaje malo (un
lobo, un ogro, una bruja…) que le quitaba el objeto y se escondía, el bueno se
dedicaba a perseguirle y a buscarle intentando hacer cooperar al público.
Finalmente, cuando el bueno conseguía recuperar su objeto pegaba al malo con
una cachiporra.
POESÍA FOLCLÓRICA
La poesía folclórica, tanto para adultos como para
niños, siempre ha estado ligada a la música y al movimiento. Se consideran
manifestaciones de poesía folclórica a: las canciones de corro, los juegos de
palmas, las canciones de saltar a la comba, las nanas, las retahílas… Muchas
veces, si nos paramos a analizar las letras de estas manifestaciones (que tanto
hemos cantado o recitado de pequeños) podemos ver que no son muy adecuadas para
los niños, por ejemplo: “Soy capitán, de un barco inglés, y en cada puerto
tengo una mujer…” o “Al Jardín de la Alegría quiere mi madre que vaya, a ver si
me sale un novio, el más bonito de España, vamos los dos los dos los dos, vamos
los dos en compañía, vamos los dos los dos los dos al Jardín de la Alegría” (La
he puesto entera porque concretamente, esta, la he cantado miles de veces
cuando era pequeña.)
PROSA FOLCLÓRICA
De los tres, es el género que más se ha estudiado,
especialmente entre finales del siglo XIX y principios del XX. La forma más
característica que adoptaba la prosa folclórica era el cuento, un relato breve
(¡qué no tiene por qué ser infantil!). Su transmisión, de la misma forma que
los géneros anteriores, era oral.
Un antropólogo llamado Vladimir Propp, dedicó toda su
vida al estudio del folclore (de hecho, el término “folclore” se lo debemos a
él) e hizo la siguiente clasificación de los cuentos folclóricos:
1. Mitos: se consideran aquellos que tienen como
protagonistas a Dioses o seres mitológicos de la antigüedad. Se incluyen
también las leyendas hagiográficas sobre santos y santas y los apólogos (son
como las fábulas pero con personajes humanos).
2. Cuentos de animales: en este apartado existen dos
subclasificaciones: Las fábulas, que representan vicios y virtudes de los seres
humanos y tienen moraleja; y los cuentos de animales propiamente dichos, que
son historias en las que todos los personajes son animales y representan a
personas.
3. Cuentos de hadas: Propp considera cuento de hadas a
todo aquel cuento en el que aparezca un personaje mágico, como hadas, brujas,
ogros etc.; y a aquellos cuentos en los que los personajes humanos y animales
se mezclan. (Ej. Caperucita Roja)
4. Cuentos de fórmula: son aquellos cuentos que, o
bien parte de ellos o su totalidad, tienes que aprendértelo de memoria porque
si no, no tienen gracia. Por ejemplo el cuento de los dedos. También están
dentro de esta clasificación, los cuentos mínimos: “Esto era un gato con las
orejas de gato y el culo al revés, ¿Quieres que te lo cuente otra vez?
Otras dos clasificaciones interesantes son la de
Rodari y la de Sara C. Bryan. Esta última, es la primera persona que teorizó
cómo contar un cuento, e hizo una clasificación por edades.
RECOPILADORES Y ADAPTADORES DE TEXTOS FOLCLÓRICOS
A continuación, voy a comentar brevemente los
recopiladores y adaptadores de textos folclóricos más relevantes de la
historia:
Perrault (siglo XVII- XVIII): se dedicó a recopilar
los cuentos que la nodriza de sus hijos les contaba a estos, les añadió una
moraleja y los adaptó para la corte del rey Luis XIV con la intención de
moralizar. Por lo que Perrault transformó literatura en paraliteratura.
Los Hermanos Grimm (1ªmitad del siglo XIX), eran dos
hermanos filósofos que recibieron una solicitud de una editorial preguntándoles
si estarían interesados en recopilar los cuentos folclóricos alemanes con una
intención conservacionista. Los Hermanos Grimm aceptaron, recopilaron los
textos, los revisaron, los escribieron y los publicaron. La 1ª publicación se
agotó en seguida, con lo que publicaron una 2ª edición con más textos añadidos,
también se vendió entera pero empezaron a llegar quejas a la editorial diciendo
que los cuentos que estaban publicando no eran adecuados para los niños. De
este modo, la editorial les pidió que publicaran una 3ª edición pero que
cambiaran los elementos que no fuesen adecuados para los niños, de esta manera
los Hermanos Grimm en su 3ª publicación hicieron pequeñas adaptaciones. Es
importante decir que los Hermanos Grimm NO son autores, son recopiladores y
adaptadores.
¿Y en España? Pues en España también interesó
recopilar lo propio para no perderlo. Y de ello se encargó una joven, Cecilia
Böhl. Como no quería que sus publicaciones estuvieran destinadas exclusivamente
a amas de casa, firmaba sus textos con un seudónimo masculino que nos suena a
todos: Fernán Caballero.
Hans Christian Andersen (2ªmitad del siglo XIX): fue
un personaje muy reconocido, querido y apreciado, que consiguió vivir de
escribir. Un reflejo de este aprecio es la Sirenita de Copenhague, escultura
hecha en su honor antes de que él muriera. Las versiones de cuentos de este
recopilador son las más conocidas de toda Europa. Los cuentos de Andersen
reflejan claramente su psicología, y hay que decir que era una persona muy
triste y depresiva. Recopilaba textos y los cambiaba a su antojo, podemos
distinguir dos tipos de cuentos:
Textos de autor: eran cuentos inventados por él, unos
de los más tristes “La cerillera”, otro muy conocido, “El soldadito de plomo”.
Textos que cogió del folclore y los transformó a su
antojo: “La reina de las nieves” o “la Sirenita”.
Ninguno de los tres ni creó ni publicó cuentos
destinados a los niños, todos tienen que adaptarse.
En España también tenemos a nuestros Christian
Andersen: Calleja y el Padre Coloma.
EL SIMBOLISMO
Para que podamos considerar una adaptación “buena”, lo
que no debe haber sido modificado es el simbolismo. Toda literatura, al tener
función poética, es de carácter simbólico. Propp fue el primero que dijo que el
esqueleto de un cuento es un viaje iniciático, es decir, un cambio en la
esencia de una persona.
La iniciación que se presenta en el 90% de los cuentos
folclóricos tiene la siguiente estructura: un hogar familiar que, por una serie
de circunstancias, el personaje protagonista debe abandonar, y va pasando por una
serie de pruebas y madurando, hasta que consigue crear un núcleo familiar.
Si queremos hacer una buena adaptación de un cuento folclórico,
tenemos que respetar el esquema del viaje iniciático, los roles de personaje
ayudante y personaje oponente y el don (por lo general, los dones son objetos
que le dan al protagonista y que le ayudan a superar las pruebas de su viaje
iniciático) y por último, si el cuento real acaba bien, nuestra adaptación
también tendrá que acabar bien.
Este bloque me ha parecido muy interesante, me ha
encantado conocer las versiones tradicionales de historias que creí tenían su
origen en Disney. He aprendido aspectos como la diferencia entre adaptación y
versión: Una versión es cuando una historia cambia sin ninguna intención
concreta y en una adaptación se producen cambios con una finalidad, y lo más
práctico de todo, he aprendido a adaptar cuentos.
Como futura maestra, procuraré no limitarme a contar o
leer cuentos ya escritos o adaptados, me gustaría transmitirles a mis alumnos
los cuentos de tradición folclórica, adaptados por mi adecuándome a ellos, con
el fin de que la esencia del folclore no se pierda.
Muy bien.
ResponderEliminarFalta lo que hay que tener en cuenta al escoger un libro de textos folclóricos o un texto folclórico y que tengas en cuenta los demás géneros en la reflexión.